Fausto Díaz
2ª Respuesta a Lucas M.T. 1.
Corto y pego la injuriosa afirmación que usted hace:
“El profesorado ejerce por favoritismo y elegido a dedo mas que por valoración de experiencia profesional o méritos”.
A mis cuatro puestos docentes indicados antes he accedido por concurso oposición pues son puestos de funcionario. Y he formado parte de tribunales o comisiones de oposición tanto en la Enseñanza Media como en la Universitaria ¿De cuántas comisiones de este tipo ha formado parte usted? Supongo que de ninguna, así que no sabe nada de su funcionamiento, pero difama e injuria sin ningún rubor, y acusa ex cathedra sin haber tenido nunca una cátedra a la que subirse o sentarse.
En la página web del colegio aparece el siguiente apartado: ‘Trabaja con nosotros. Envía tu curriculum’. Seguro que los curricula que lleguen a esa convocatoria serán evaluados de acuerdo con un baremo por el que se regirá la comisión de evaluación. Y en ese baremo el punto básico o condición ‘sine qua non’ debería ser ‘la adecuación del aspirante al ideario del centro’. En la hipótesis de que usted fuera un solicitante a uno de esos puestos docentes y yo formara parte de esa comisión lo excluiría de entrada sin mirar el resto de los méritos académicos o de experiencia que pudiera tener. Y lo justificaría con una simple frase: ‘No se adecúa al ideario del centro’.
Le hago un par de consideraciones al respeto:
-Una: ¿por qué sobre todo en las grandes ciudades muchos padres hacen todo lo posible y lo imposible porque sus hijos estudien en un centro privado concertado teniendo un centro público al lado de casa?
-Dos: El colegio San Antonio de Padua debe de llevar funcionando por lo menos setenta años o más. Han sido generaciones y generaciones de marteños los que han pasado por sus aulas. Entonces ¿cómo es posible que, si tan malo es, los padres sigan llevando a sus hijos, generación tras generación a ese colegio?
Quienes prefieren un centro privado lo hacen por los valores que les enseñan pero, sobre todo, por el seguimiento personalizado al alumno y para que se les expliquen las materias de cada curso desde el punto de vista académico y sin ningún tipo de ideologización.
No quisiera dar la impresión de que menosprecio la enseñanza pública. En absoluto. Al contrario. Yo siempre he sido profesor de enseñanza pública en todos los niveles y, en consecuencia, la defiendo. Pero conozco también el desprestigio que va adquiriendo a causa de una minoría de profesores y, qué casualidad, son siempre los que están más ideologizados. De izquierdas, por supuesto. Si son de derechas, son fachas y se les hace el vacío. Si en un claustro de 50 profesores hay 5 de este tipo, o sea el 10 por ciento, éstos interpretan las normas a su modo y en aras de la libertad de cátedra -que no tienen ni idea de lo que eso significa- acaban por imponer su criterio en normas y en interpretación de las materias a su antojo. Eso provoca el desánimo en los demás profesores, el 90 por ciento, que dejan ‘hacer’ a fin de no ser tachados de fachas. Y se confunde libertad con libertinaje, la convivencia se deteriora, el seguimiento académico del alumno se va dejando de lado, etc. Y de todo esto tienen conocimientos los padres y, por ello, si pueden, llevan a sus hijos a donde se les enseñe y se les eduque en los valores esenciales como el esfuerzo, el afán de superación, etc. El desánimo en los profesores honestos, vocacionales, es tal que se jubilan nada más pueden. Todos mis compañeros de facultad se jubilaron al cumplir los 60 o 61 con 35 años de servicio porque ‘ya no podían más’ me comentaban. Según las últimas estadísticas, casi un 49% del profesorado de Enseñanza Media declaran que si pudieran se cambiarían de trabajo, pues se sienten ninguneados y defraudados. Y de ese porcentaje muchos acaban por abandonar las aulas. En esa misma estadística el porcentaje de los profesores de la enseñanza privada que se sienten defraudados en la profesión es insignificante. Reflexione sobre esto y trate de buscar respuesta. Yo las tengo muy claras, pero no se la voy a enumerar aquí.